La bajada de la actividad, en un sector como el de la construcción es algo habitual. El trabajo no es constante, ni tan siquiera estacional. Una empresa puede trabajar en dos obras a la vez durante tres meses para después no tener proyectos durante tres semanas. La adaptación de los recursos productivos de la empresa (personal, maquinaria) a estos vaivenes no es fácil. Históricamente el sector ha optado por la creación de empresas especializadas en un tipo de trabajo determinado, que son contratadas solo cuando son necesarias. La misma táctica se ha aplicado con la maquinaria; esta se alquila cuando se necesita.
Estas prácticas no solucionan totalmente los problemas derivados de la irregularidad de la demanda. Las empresas aún pasan por periodos más o menos largos de inactividad. Para evitarlos, el empresario debe buscar nuevas estrategias que le permitan mantener ocupados los recursos de la empresa el mayor tiempo posible. En los siguientes ejemplos vamos a ver diversas estrategias dirigidas a mantener un alto nivel de actividad. También puedes revisar un artículo anterior donde hablábamos de las empresas de la construcción y si estaban preparadas para el incremento de la demanda debido a los fondos Next Generation.
El empresario no debe contentarse con tener trabajo para los próximos seis meses, debe contar con una cartera de presupuestos presentados, repartidos en los diferentes estados de maduración comercial. El esfuerzo comercial para mantener la cartera de presupuestos debe ser constante, y esta es una de las responsabilidades clave del empresario. Si espera a que le lleguen las peticiones de presupuestos, solo trabajará en aquellos proyectos que sus proveedores han previsto, que puede que no sean los suficientes para mantener viva su empresa. Una política comercial proactiva permite una actividad constante y unos márgenes de beneficio mayores.
El empresario de una constructora puede actuar de promotor, y dedicar los periodos de baja actividad a construir para su propia cuenta. Esta opción es válida si la empresa cuenta con los recursos necesarios para hacer de promotor, si la especialidad de la empresa lo permite y si el plazo del permiso de obras deja margen para proceder de esta manera. Pero como contrapartida, a los ingresos de la propia actividad constructora podrá sumar los de la actividad de promotora inmobiliaria.
Si la empresa desempeña una única actividad, esta está mas sujeta a cambios y variaciones. Si el empresario añade nuevas competencias a la empresa, su oferta será más amplia y podrá presentar ofertas más amplias y ofrecer nuevos servicios a sus clientes. Una empresa de instalaciones eléctricas puede incorporar como servicio propio la instalación de paneles solares. Tendrá que contratar algún técnico adicional, o formar a los que ya tiene, pero es una opción que no requiere transformar a su empresa de forma radical.
Es una táctica distinta de la anterior, pero también puede ser muy efectiva. El sector de la construcción es muy amplio, y existen pequeños segmentos de mercado que requieren una especialización para ser bien ejecutados. Es frecuente que estos segmentos estén mal servidos por parte de empresas que carecen de la mencionada especialización. El empresario debe estar atento a las necesidades del mercado en su zona geográfica para detectarlos, y poder estudiar la idoneidad de centrar su empresa en esa actividad.
Una característica adicional de la demanda del sector de la construcción es que ésta es muy sensible al ciclo económico. La crisis iniciada en el 2008 dejó unas cicatrices profundas que aún en el año 2021 se notan, como por ejemplo en la escasez de mano de obra cualificada que tuvo que dejar el sector por falta de trabajo.
Hay muy pocas formas de prepararse para salir airoso de una crisis de la magnitud como la del año 2008 y siguientes. Para poder sobrevivir, hay que considerar estar presente en sectores distintos pero que compartan algunas competencias del personal, tipologías de trabajo, con el de la construcción, y que su demanda no tenga el mismo patrón de sensibilidad al ciclo económico. Un instalador eléctrico puede trabajar como subcontratista de una empresa que venda sistemas de seguridad o de telefonía. El personal de una empresa puede pasar a realizar determinados trabajos de mantenimiento.
Estas opciones requieren tiempo para que cristalicen en proyectos rentables. La transformación de la empresa no es fácil, y alguna equivocación se cometerá en el camino. Pero cuanto antes se empiece, antes la empresa podrá concretar los ingresos procedentes de una actividad complementaria.
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