En el tejido empresarial, volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad son características que miden el nivel de turbulencia de un sector. Saber anticiparse a los cambios que puedan producirse en el sector económico durante un periodo de tiempo, no es nada sencillo. Afortunadamente, casi todas las empresas operan en sectores económicos que no presentan las cuatro características. Vamos a entrar en detalle.
El sector de actividad
El sector de actividad en el que se encuentra la empresa puede presentar una o varias de las siguientes características, las cuales se deben tener en cuenta en las decisiones estratégicas que tome el empresario. Éstas también pueden estar presentes en el entorno económico general.
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Volatilidad
Mide la frecuencia, la intensidad y el sentido de los cambios. Estos pueden producirse de forma brusca y su repercusión puede ser muy amplia. Cuanto mayor es la dimensión y la frecuencia de los cambios, mayor es la volatilidad. La volatilidad está presente en la cotización de determinadas monedas o valores de bolsa, en el precio de "commodities" como determinadas materias primas (acero, cobre, etc.) y los recursos energéticos. Todos los sectores que dependen de un modo u otro de la meteorología (agricultura, turismo, etc.) están afectados por la creciente volatilidad de los fenómenos meteorológicos.
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Incertidumbre
Se define como el desconocimiento de qué tipos de cambios pueden producirse. El empresario no conoce todas las alternativas disponibles, los riesgos asociados a cada una de ellas y sus consecuencias. La incertidumbre no se puede medir, solo se puede tratar. Por ejemplo, ante el cambio de gobierno municipal, una empresa propietaria de pisos puede verse afectada por una potencial regulación de las condiciones del alquiler. La empresa ignora si le afectará la regulación, y en caso de que le afectara, en qué ámbitos (precio, duración de los contratos, repercusiones de un posible impago del inquilino, etc.) y en cada ámbito, desconoce los términos concretos de la regulación.
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Complejidad
Los cambios se producen por la interacción de muchos factores independientes. Pequeños cambios en un factor pueden producir grandes cambios en otros factores aparentemente alejados. Un síntoma de que un problema empresarial presenta una alta complejidad es que normalmente se prefiere rehuir el problema, pues éste se encuentra fuera de la zona de confort de quien debe tratarlo y su solución requiere romper los límites en los que se encuentra encasillado. Por ejemplo, ante la falta de personal cualificado, ¿Cómo puede el empresario hacer atractiva su compañía a los trabajadores que necesita, más allá de proponer sueldos desproporcionados que alteran la competitividad y la estructura salarial de la empresa?
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Ambigüedad
Las consecuencias de los cambios no se manifiestan de manera clara. Es difícil reconocer las relaciones entre las causas y los efectos. Un mismo elemento puede provocar diversos tipos de cambios, unos pueden perjudicar a la empresa, y otros favorecerla. Por ejemplo, ¿es Amazon una amenaza para mi sector? ¿Puedo vender a través de Amazon a toda Europa?
Afortunadamente, los únicos sectores económicos que presentan todas estas características son los de las compañías aéreas y las petroleras. El resto de sectores únicamente sufre de algunos de ellos.
El empresario no es un adivino y nunca podrá prever los cambios que pueden producirse en un entorno turbulento, pero podrá estar preparado para adaptarse a estos. Las características descritas afectan a las variables del entorno empresarial, o a la propia empresa. El tipo de respuesta que la empresa debe adoptar ante la presencia de cada característica la tratamos en otra publicación de nuestro blog:¿Cómo debo afrontar entornos de crisis?
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