En una empresa familiar planificar la sucesión es un punto clave. Todas las empresas familiares han de tener una finalidad para su propiedad. Llegado el momento, esta pasa por su venta a un tercero o por su traspaso a la siguiente generación. Vamos a ver qué es importante tener en cuenta en caso de tener que vender la empresa o, realizar una sucesión.
La venta de la empresa necesita que ésta presente unos resultados económicos adecuados, llevar a cabo un proceso de venta y la existencia de un comprador. De la misma forma, el traspaso de la sociedad a la siguiente generación requiere igualmente que la empresa presente buenos resultados, se haya desarrollado un protocolo familiar donde se marquen las normas para acceder a la propiedad y dirección de la empresa, y que alguien en la familiar pueda y quiera sumir la administración de la empresa.
Una empresa produce buenos resultados cuando consigue beneficios anuales de forma sostenida y su estructura de balance está lo suficientemente saneada como para no necesitar garantías personales para el mantenimiento de sus necesidades financieras básicas. Ningún empresario quiere traspasar a sus hijos una empresa con pérdidas o necesitada de avales importantes, pues sencillamente es traspasarles un problema y no una oportunidad.
Debe considerarse que el traspaso implica el nombramiento como administrador, cargo que tiene asociadas responsabilidades legales de todo tipo, y especialmente en empresas en dificultades. Si la empresa no presenta buenos resultados, debe considerarse seriamente no traspasarla a la siguiente generación.
El empresario dispone de tiempo para corregir situaciones, y especialmente para dotar a la empresa del equipo humano y de procesos de negocio que la hagan atractiva tanto para una posible venta como para el traspaso familiar.
Otro elemento muy importante para poder traspasar la empresa a los hijos pasa por disponer de un protocolo familiar. Esencialmente, este es un documento que obliga a los miembros de la familia propietaria a seguir una serie de normas en las cuestiones clave de la relación empresa-familia.
La ausencia de protocolo familiar hace que todos los factores anteriormente mencionados deban improvisarse cada vez que surja la necesidad, y negociar su aplicación según los intereses de cada persona. El camino de la improvisación es una receta para la creación de tensiones tanto en la familia como en la empresa.
La confección del protocolo familiar debe plantearse bien, y la situación ideal es aquella en la que el protocolo está hecho antes de la primera incorporación de un familiar a la empresa. La confección del protocolo debe hacerse con el soporte de profesionales especializados, pues en él están presentes relaciones familiares, gestión empresarial, derecho civil y fiscalidad.
Los profesionales externos aportan técnicas para hacer bien el trabajo, ya que su posición y experiencia en otros casos similares les permiten gestionar situaciones con una carga emocional innegable.
Este es un elemento básico, el relevo generacional. En demasiadas ocasiones, el deseo de los padres de traspasar dirección y propiedad a los hijos les impide valorar adecuadamente si estos quieren y pueden asumir esta posición. Por parte de la segunda generación, la incorporación a la empresa familiar ha de ser una opción, nunca como el único camino profesional disponible.
Una persona a quien no le gusta trabajar en el mundo de la empresa no puede ser empujada a ocupar un puesto en ella; no lo hará eficazmente y, en el futuro, como administradora, se la hará asumir unas responsabilidades legales que no son menores. Es una situación no sostenible en el tiempo; la experiencia indica que la persona dejará el puesto en un plazo más o menos largo, o su desagrado por el cargo repercutirá negativamente en los resultados de la empresa y su satisfacción personal.
Respecto a las capacidades profesionales, los progenitores han de realizar una -muy difícil- valoración desapasionada de las competencias profesionales de su descendencia, y decidir si estas son las adecuadas para un puesto tan exigente y particular como es la dirección general de una empresa.
En este ámbito, el protocolo familiar puede definir el proceso de valoración, y un profesional externo ser el encargado de llevarlo a cabo. La realidad demuestra que los errores de valoración pueden darse en los dos sentidos posibles; tanto se dan como válidos a descendientes con pocas capacidades de éxito como se descartan por aplicarles unas exigencias profesionales desproporcionadas.
En una empresa familiar la alternativa a la sucesión es la venta de la compañía. Hemos visto las tres condiciones básicas para llevar a cabo la sucesión. Todas exigen tiempo y planificación para conseguir los resultados esperados. Es aconsejable que para las dos primeras condiciones – resultados económicos razonables y protocolo familiar – el empresario se asesore adecuadamente. Y, tratándose de empresas familiares, también se le exige la difícil capacidad de separar claramente el ámbito familiar del empresarial.
En Iberdac, acometemos procesos de relevo generacional con pequeñas y medianas empresas. Si estás en una situación similar no esperes a que sea demasiado tarde y establece los procedimientos con tiempo suficiente. Si consideras que podemos serte de ayuda, ponte en contacto con nosotros y estaremos encantados en atender tu caso particular.