Para el empresario, la venta de su empresa tiene un componente racional y otro emotivo. El vendedor quiere obtener el máximo rendimiento a los esfuerzos que ha invertido a lo largo de los años; pero también quiere que la empresa quede en buenas manos, y que el equipo humano que ha colaborado con él disfrute de una seguridad laboral razonable con la nueva propiedad.
Encontrar un comprador para una empresa implica alcanzar en una fecha determinada un acuerdo con un tercero para que éste satisfaga un precio. El perfil ideal de comprador es el de una empresa que pueda encontrar sinergias en la operación o un inversor atraído por la rentabilidad de la sociedad. En ocasiones, traspasar la empresa a la familia no es una opción deseable, por falta de relevo generacional. Encontrar al comprador que satisfaga los dos requisitos de precio y seguridad no es fácil.
Si el comprador es una empresa del sector, éste integrará las operaciones de ambas compañías, buscando los máximos ahorros que ayuden a financiar el importe de la compra. Según los casos, esto puede implicar amortizar más o menos puestos de trabajo, trasladar el trabajo de departamentos completos a la empresa compradora, o incluso el traslado de las instalaciones y personal a otra ubicación.
La búsqueda de un comprador debe ser un proceso confidencial. Si el mercado sabe que una empresa está en venta, los clientes y proveedores pueden sentir una inquietud sobre su futuro y, en todo caso, no es deseable que este estado de interinidad se mantenga por largo tiempo.
Vender la empresa a los directivos y trabajadores es una vía que debe ser explorada. No está exenta de dificultades y riesgos, pero es una posibilidad que, bien planteada, puede llevar a obtener acuerdos satisfactorios.
La empresa debe ser atractiva para los compradores, y para que este tipo de operación pueda plantearse es necesario que la sociedad cumpla algunas condiciones básicas:
Aunque el empresario puede encontrar una buena vía vendiendo la empresa a los trabajadores, es muy aconsejable mantener ciertas fases de un proceso formal de compra venta.
Por ejemplo, es necesaria la realización de un proceso de due diligence y la determinación de un precio de venta, por las mismas razones por las que se llevan a cabo estos procesos en operaciones con terceros. Proporcionan una visión profesional y objetiva de la realidad, eliminando opiniones personales y centrando a ambas partes en los aspectos que crean valor en la operación.
También pueden darse fórmulas mixtas, en las que la propiedad de la empresa pasa en parte a los directivos y en parte a un tercero (inversor, empresa complementaria, etc.) que puede complementar al equipo humano de la empresa. Cada posibilidad es una oportunidad que debe ser estudiada.
La venta de la empresa a sus directivos es un proceso que requiere discreción y capacidad de discernir previamente la posible respu
esta a la propuesta. Es una vía que no se improvisa, y que a lo largo de los años anteriores al inicio del proceso de venta se ha debido considerar, valorando las circunstancias, la ambición y la necesidad de los directivos ante esta posibilidad.
En este caso, la improvisación solo creará inquietudes que pueden asustar al personal, con resultados negativos para la empresa y su posible transmisión.