En el entorno empresarial de las PYMES, la contabilidad suele verse como una obligación fiscal más que como una herramienta estratégica. Sin embargo, comprender los principios contables básicos es fundamental para tomar decisiones empresariales informadas y garantizar la salud financiera de la empresa. Este artículo analiza por qué, aunque no sea necesario que el empresario domine todos los aspectos técnicos, sí debe tener una comprensión clara de los datos contables para gestionar eficazmente su empresa.
Ser empresario y no saber contabilidad: ¿Es un problema grave?
Muchos empresarios de pequeñas y medianas empresas inician su actividad a partir de un conocimiento técnico o comercial específico: pueden ser expertos en su oficio, tener habilidades para la venta o dominar ciertos procesos productivos. El crecimiento de sus negocios suele basarse en la calidad del servicio, la satisfacción del cliente y una política de precios adecuada. Sin embargo, a medida que la empresa crece, también lo hace su complejidad.
Llega un punto en el que la supervisión directa deja de ser suficiente para garantizar el buen funcionamiento del negocio. En ese momento, la contabilidad adquiere un papel fundamental como herramienta para conocer con precisión qué está ocurriendo dentro de la empresa. Si bien no debe ser la única fuente de información, resulta imprescindible comprenderla y utilizarla correctamente para tomar decisiones informadas.
La contabilidad como herramienta de gestión, no solo de obligación fiscal
En muchas PYMEs, la contabilidad es una herramienta que permite el cumplimiento de obligaciones legales: la presentación del IVA, el Impuesto de Sociedades o la firma de las cuentas anuales. Bajo este enfoque, los costes asociados a la contabilidad (software, gestoría, contable, etc.) pueden interpretarse como un gasto dictado por la Agencia Tributaria.
El primer usuario de la información generado por la contabilidad es el empresario, no Hacienda. El empresario necesita una fuente clave de información para entender el rendimiento económico y operativo de la empresa.
Dejar la contabilidad solo para cumplimentar las obligaciones fiscales es un enfoque que conlleva riesgos. En el peor de los casos, el gestor cita al empresario en el mes de mayo o junio para explicarle por encima como le ha ido el año anterior, le hace firmar las cuentas anuales y el trámite ya ha finalizado. Hacer esto y nada es lo mismo, excepto que la firma por parte del administrador de unas cuentas que no entiende implica la asunción de unas responsabilidades de las que no es consciente.
Dos pilares de una buena gestión: Contabilidad y Finanzas
Para gestionar una empresa de forma eficaz, deben abordarse dos áreas clave:
1. Área contable
La contabilidad actúa como el notario de la empresa. Su función es registrar y explicar con claridad lo que ha ocurrido. Debe permitir responder a preguntas como: ¿Cuál fue el resultado económico del mes anterior? ¿Qué factores lo provocaron? Esto requiere que la contabilidad se lleve de forma puntual, utilizando criterios adecuados.
No es necesario que el empresario domine la técnica contable, pero sí debe contar con alguien que pueda interpretar los datos y ofrecer explicaciones claras y comprensibles. Es responsabilidad del profesional contable adaptar su lenguaje para facilitar la comprensión y favorecer la toma de decisiones.
2. Área financiera
Mientras la contabilidad mira al pasado, las finanzas se orientan al futuro. Su objetivo es evaluar oportunidades de inversión, valorar su rentabilidad esperada y planificar cómo financiarlas sin comprometer el equilibrio económico de la empresa.
En este ámbito, la figura del asesor financiero —interno o externo— resulta clave para traducir las necesidades del negocio en un lenguaje accesible y útil para la dirección.
Lo importante son las preguntas
No se requiere que el empresario conozca todos los aspectos técnicos, pero sí es fundamental que se planteen las preguntas adecuadas y se comprendan las respuestas. Cuestionar, profundizar y no conformarse con explicaciones superficiales son actitudes esenciales en la gestión empresarial.
Profesionalización y responsabilidades
Contabilidad y finanzas son dos áreas distintas, y ambas requieren profesionales cualificados. Una puede estar cubierta por personal interno, y la otra por asesores externos. En cualquier caso, deben ser personas con formación, experiencia y un alto nivel de confianza, ya que manejan información sensible y estratégica.
Tampoco deben descuidarse otras áreas relacionadas como el control interno, el control de gestión o la fiscalidad, que también contribuyen de manera decisiva al buen gobierno de la empresa.
Respecto al empresario, este no necesita saber contabilidad, pero debe de tener una cierta familiaridad con lo que puede pedir en cada uno de estos ámbitos.
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