Para que un empresario tenga éxito, tan necesario es tener una personalidad emprendedora como capacidad de gestión. Hablamos de las diferencias y cómo encontrar el equilibrio.
Diferencia entre emprender y gestionar
Podemos definir el espíritu emprendedor en ver una oportunidad de negocio donde otros no la ven, así como la aceptación de asumir riesgos. El empresario es una persona creativa, y que focaliza esta creatividad en el mundo de los negocios. Su motivación es lograr sus objetivos, y tener una recompensa económica por sus esfuerzos. Hace falta una persona especial para empezar un negocio desde cero, y crear productos, encontrar clientes y personal, conseguir financiación, buscar proveedores y cumplir a fin de mes con lo prometido a todos ellos. Por otro lado, se puede definir la capacidad de gestión como el proceso de captar información del entorno, tomar decisiones acertadas en base a esta información y la propia experiencia, y llevar a la práctica las decisiones tomadas de forma efectiva.
En una empresa los dos perfiles son necesarios; durante las fases iniciales, el énfasis debe ponerse en el emprendimiento. Pero a partir de cierta dimensión, la empresa necesita las funciones de gestión para permitir un crecimiento rentable de la organización.
Es difícil que la personalidad de un mismo empresario tenga los dos conjuntos de competencias en la proporción necesaria para que su estilo de gestión esté acorde en todo momento a las necesidades de su empresa. Si las competencias de emprendimiento tienen un papel muy protagonista, pronto suelen aparecer varias disfunciones en la organización, que pueden llegar a poner en peligro la supervivencia de la misma. Si las de gestión son preponderantes, es difícil que la empresa llegue a nacer.
Perfiles de emprendedores y posibles escenarios
Para que el estilo de gestión sea el que la empresa necesita en todo momento, el empresario debe conocerse bien tanto a él mismo como a su empresa. Debe saber dónde podrá aportar lo mejor de sí mismo, y las necesidades reales de su empresa. Basándose en qué tipo de empresario se reconoce, los escenarios que tiene delante pueden ser los siguientes:
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El emprendedor en serie:
Una vez el empresario ha iniciado y ha hecho crecer un negocio, le llaman más la atención otras oportunidades en ámbitos económicos distintos que continuar con lo que ya tiene. El hecho de tener que adaptar su forma de liderar hacia un estilo más bien basado en la gestión no le gusta; de hecho, con frecuencia la gestión detallada le aburre, pero reconoce que la empresa se encuentra en un momento que necesita este estilo de gestión. En este caso, lo más indicado puede ser vender su empresa capitalizando sus éxitos e iniciar un nuevo rumbo allá donde encuentre un reto. Este tipo de empresario es llamado “emprendedor en serie”, porque es capaz de iniciar de forma consecutiva y exitosa varias empresas. Es un tipo de empresario que encuentra su ubicación natural en el mundo de las “start ups”, porque su palmarés profesional indica a los inversores que sabrá crear y hacer crecer una empresa de éxito, la cual podrá venderse con un beneficio. -
El emprendedor en paralelo:
El empresario ha creado una empresa que le funciona. Cuando detecta una oportunidad de negocio, se implica en ella, ya sea iniciando una nueva sociedad o bien comprando una empresa, él sólo o con socios, manteniendo la empresa inicial. Al contrario que el caso del emprendedor en serie, la nueva actividad empresarial no se financia con la venta de la primera empresa. A veces se recurre a patrimonio personal y préstamos entre sociedades. Esto puede ocasionar falta de capital y una mayor dificultad y mayores costes en la obtención de financiación bancaria.La creación de varias empresas con este método tiene el riesgo de exceder las capacidades de gestión del mejor de los emprendedores, porque puede tener que hacer frente de forma concurrente a entornos y situaciones muy distintas. Es habitual que la mayoría de las nuevas sociedades acaben vendiéndose o cerrando.
El emprendedor en paralelo tendrá más éxito si es capaz de crear y mantener equipos directivos que le complementen. Si quiere llevarlo todo él personalmente, sus empresas pueden tener problemas serios por falta de atención.
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El empresario muy comprometido con su proyecto:
Este es el perfil más común. A partir de un cierto volumen, la empresa le demanda un cambio en el estilo de liderazgo, primando las necesidades de gestión. Para articular bien el crecimiento, el empresario debe crear un equipo directivo fuerte en el ámbito de la gestión. También debe adaptar su comportamiento y sus estructuras organizativas para dirigir efectivamente a este tipo de profesionales. El empresario puede canalizar su creatividad con la incorporación de nuevas iniciativas (productos, mercados, canales de venta, sistemas productivos, etc.) dentro de la actividad habitual de su empresa. De hecho, es imperativo que los negocios innoven para adaptarse a un mercado cambiante y un entorno que cada vez presenta más retos.
La dirección de una empresa implica tener una visión a largo plazo, así como la capacidad de ligar la visión con planes de acción efectivos en el presente. Si uno de estos dos ingredientes falla, la dirección no es efectiva.
Si un director solo tiene una visión, caerá en abarcar mucho, pero apretar poco. Ninguna de sus visiones se hará realidad de forma duradera. El director podrá ser muy eficaz en su empresa, hasta que el entorno cambie un poco y los esfuerzos de él y de su equipo, aunque encomiables, estén mal dirigidos. Evite engañarse a sí mismo en los negocios.
El empresario debe preguntarse a sí mismo qué tanto tiene de emprendedor y cuánto tiene de gestor. Transformar el estilo de gestión a las necesidades cambiantes de la empresa no es fácil. Todo el equipo colaborador del empresario también deberá hacer un esfuerzo para adaptarse. Puede ser necesario contar con la colaboración de una consultora externa para realizar la evolución con éxito.
